En el mundo de hoy, todos somos adictos al crecimiento. Es por eso que la economista renegada Kate Raworth quiere replantear radicalmente la manera en que vemos la economía: “El objetivo de la economía del siglo xxi debe ser satisfacer las necesidades de todos con los medios que tiene el planeta”.
Asegurarnos de que nadie se quede sin lo esencial de la vida (como los alimentos, la vivienda, la atención médica y una voz política) es un desafío emocionante. Eso implica rediseñar los modelos de negocio, reconociendo que podemos predistribuir las fuentes de creación de riqueza, tener un software de código abierto, usar licencias de Creative Commons y crear empresas que sean propiedad de los empleados o de las cooperativas, en las que el mismo diseño del negocio asegure esta redistribución.
Kate ha trabajado con microempresarios en las aldeas de Zanzíbar y ha estado una década haciendo de investigadora principal en Oxfam. Con su aclamado libro de fama internacional, Doughnut Economics: Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist, la autora pretende cambiar el lenguaje de la economía y cree que la naturaleza y las rosquillas son las metáforas más poderosas de las que podemos aprender.
Conversamos con Kate sobre el diseño de la distribución, de cómo adquirir conocimientos a través de los sistemas y de cómo sacar a la gente del agujero de la rosquilla.
Kate Raworth:
Me apasiona la reescritura de la economía para el siglo XXI. Lo que me vuelve loca es pensar que los legisladores que darán forma a este siglo están todavía en la universidad y están aprendiendo ideas de los libros de texto de 1950 basados en teorías elaboradas en 1850.
Los futuros formuladores políticos merecen una educación que sea adecuada para los desafíos del mañana. Dados los desafíos del siglo xxi a los que nos enfrentamos (que van desde el cambio climático hasta la extrema desigualdad, pasando por la repetida crisis financiera), la obsolescencia de su educación promete ser un desastre.
Nuestro reto es escapar de las ideas del siglo pasado. Nuestras economías son adictas al crecimiento financiero, tanto políticamente como socialmente, y si no podemos liberarnos de esa adicción no tendremos la oportunidad de satisfacer las necesidades de todos, dentro de los medios que tiene el planeta. Conseguir ese equilibrio es la aventura más emocionante que tenemos por delante.
Necesitamos crear un nuevo modelo que sea irresistible y deje atrás el anterior. Estamos presenciando un extraordinario drama psicológico en la transformación de los negocios. Para poder desbloquear esa forma de pensar, hay que crear un nuevo modelo económico que permita que los negocios sean poseídos, financiados, gobernados, conectados en red y propuestos, de forma que estén alineados con el potencial de diseño que ya saben que tienen.
Cuando descubrí que los sistemas pensaban, quedé estupefacta. Creo que todos los economistas y empresarios de hoy deberían aprender a pensar en función de los sistemas.
Se tiene que poner la voluntad en el mismo corazón de la empresa. Tanto si eres un director general como una pequeña empresa o un equipo de propietarios de cooperativa, tienes que identificar las oportunidades y comenzar a impulsar un modelo de negocio completamente diferente, pero es obligatorio comenzar ya con un propósito claro.
En Doughnut Economics, el agujero en el medio de la rosquilla es el lugar donde las personas se quedan cortas en lo esencial de la vida: donde las personas no tienen la comida, la salud, la educación o la vivienda que necesitan. Cada persona en el mundo tiene derecho a lo esencial para llevar una vida digna que le ofrezca una oportunidad.
Queremos sacar a todo el mundo del agujero de la rosquilla. Las personas necesitan estar en la propia rosquilla. Pero tampoco debemos salir de la corteza externa. Cuando lo hacemos presionamos tanto a este extraordinario planeta en el que vivimos que causamos un cambio climático, acidificamos los océanos, creamos un agujero en la capa de ozono y destruimos la biodiversidad.
Necesitamos cambiar a economías que sean distributivas y regenerativas por diseño. Deben ser distributivas y compartir el valor generado de manera mucho más equitativa con todos los miembros de la comunidad y regenerativas, ya que tienen que trabajar con los ciclos de carbono, hidrógeno y oxígeno del mundo viviente.
Los sistemas de energía y de información están de nuestro lado. Por primera vez en la historia de la humanidad son distributivos por diseño. Piensa en la energía renovable: una pequeña placa solar o una turbina eólica en cada casa y granja. O piensa en internet, por ejemplo. Si observamos los sistemas de energía e información desde el espacio, veremos que se trata de redes distribuidas.
“¿Qué valor financiero puedo extraer de esto?” Esta pregunta impulsa una mentalidad financiera centralizada. Pero las personas que encuentro con el brillo en la mirada hacen una pregunta muy diferente: “¿Cuántos beneficios podemos generar gracias a la forma en que diseñamos esto?”.
No hay ningún país en la rosquilla. Cuando le muestro a la gente una imagen de la rosquilla, la primera pregunta que mucha gente me hace es: “¿En qué país está sucediendo esto?”. En ninguno, y, sin embargo, está surgiendo en todos lados, en proyectos, comunidades, y en empresas que viven y trabajan precisamente según estos principios.
Las semillas de eso están en todas partes. Podría mostrarte listas interminables de empresas que son regenerativas por diseño, que están compartiendo la propiedad intelectual, la de los empleados o la de la comunidad. Descubrir proyectos como estos me da mucha energía, porque la nueva economía ya existe. Ha llegado la hora de conectar todas las piezas.
Me encanta Fresh Life Toilets por su enfoque popular. En los barrios marginales de Kenia, donde casi nunca hay baños para la gente, algunos administradores de empresa ayudaron a establecer un sistema donde los microempresarios ofrecen baños limpios, que, por primera vez, tienen papel higiénico, agua limpia y jabón. Convierten los residuos en fertilizante: ¡y cierran el bucle!
El vehículo de código abierto ahora renombrado como Open Motors) es un ejemplo de diseño distribuido del siglo XXI. El objetivo de la empresa es democratizar la movilidad. El vehículo viene en un paquete, como si lo compraras en IKEA, y se puede montar en menos de una hora (¡si sabes cómo hacerlo!). Lo mejor de esto es que las piezas son de código abierto y están en internet para que todos las vean. Este vehículo usa energía 100% renovable, por lo que funciona con luz solar y es modular, de modo que solo es necesario reemplazar las piezas rotas.
Houdini Sportswear está intentando crear bucles cerrados con los tejidos. Con sede en Suecia y con una pasión por crear una línea de ropa deportiva fantástica, están logrando operar en una economía circular que respeta al planeta. Las únicas fibras que utilizan son tencel y lana (fibras orgánicas que pueden usarse una y otra vez), y poliéster y nailon reciclados. Lo que hacen es recoger la ropa usada, repararla y reciclar la fibra. Están a la vanguardia porque son circulares por diseño.
El ADN de una empresa se reduce a cinco cosas. Los criterios de Marjorie Kelly son: el propósito, la administración, las redes, la propiedad y las finanzas. Si no los realineamos todos hacia esa visión del siglo XXI, siempre habrá un impulso esquizofrénico en el corazón de la empresa.
Hay una razón por la que la naturaleza ha prosperado durante 3.800 millones de años. Es un ecosistema de uso de recursos que se reutilizan y comparten continuamente. Si tomamos esa asombrosa metáfora de la naturaleza y la incorporamos al diseño de los negocios y de la economía, se crea un ecosistema en el que todos podemos prosperar.
Todo el mundo puede prosperar en este planeta. El premio que obtenemos al alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible es mucho mayor que cualquier resultado financiero. Nos asegura un futuro a nosotros, a nuestros hijos y nietos, y al mundo. Crecemos como parte de un sistema extraordinario, vivo y holístico. Todas las empresas que participan y son miembros de este sistema, prosperarán con nosotros.
Atlas of the Future es un recurso maravilloso. Puedes hacer clic en proyectos de todo el mundo y ver las innovaciones locales que se han realizado con estos principios generales de rediseño. Sería terrible si el futuro del mundo estuviera concentrado en un solo país. Es mucho más inteligente y mucho mejor que la gente de todo el mundo ya tenga la mentalidad del siglo xxi y la esté poniendo en práctica.
AtlasRead ► Lee el libro Doughnut Economics: Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist
Mira ► Kate estuvo presente en la conferencia de Atlas of the Future en Barcelona “Reparando el futuro: aventuras en un futuro mejor”. Mira el video aquí.