Cataluña (Igualada)
Eixarcolant promueve un futuro en el que comer “malas hierbas” autóctonas y cultivar variedades locales de hortalizas y plantas olvidadas sea la nueva normalidad.
¿Alguna vez has pensado en comer un sándwich con salsa de rúcula salvaje fresca en lugar de mostaza embotellada? ¿Qué tal una tortilla de ortigas? Hacerlo podría haber sido casi impensable hace una década, pero en Cataluña ha habido un cambio de visión con respecto a la flora urbana, gracias en gran parte a un colectivo llamado Eixarcolant.
Desde 2016, este grupo está impulsando un cambio social en la forma en que interactuamos, producimos, comercializamos y consumimos plantas silvestres, garantizando al tiempo la igualdad, la justicia y los principios éticos. El nombre del proyecto, “Eixarcolant”, proviene de un término catalán para arrancar malas hierbas, solo que en su caso esas “malas hierbas” ya no se consideran molestas invasoras sino útiles, sostenibles y nutritivas.
Marc Talavera, miembro fundador del colectivo, explica que el proyecto se inspiró en la falta de coherencia del sector agroalimentario actual. “Aquí en Cataluña tenemos una herencia gastronómica increíble. ¿Por qué tenemos que buscar productos del otro lado del mundo que sean iguales a los nuestros? Por ejemplo, en lugar de quinoa, podríamos consumir trigo blanco, que es casi lo mismo, o en lugar de comer chía, podríamos usar semillas de lino.”
Para divulgar las propiedades nutritivas de los alimentos que crecen entre las grietas, Eixarcolant organiza talleres donde también se enseñan técnicas de cultivo y recolección. “Creemos que, al compartir conocimientos y ser transparentes, podemos fomentar una participación más amplia en el sistema alimentario sostenible que queremos”, añade Talavera.
Admite estar muy orgulloso del gran interés que el proyecto ha despertado en la ciudadanía local y de la consiguiente diversificación de la demanda. Talavera cree que la COVID-19 ha jugado un papel clave en la creciente aceptación de su proyecto. “La pandemia ha sido una revelación para muchos. Durante el confinamiento, pudimos ver las plantas extendiéndose entre el cemento. O nos dimos cuenta de que podíamos cultivar en nuestros balcones y terrazas. Creo que tomar conciencia de la enorme biodiversidad que tenemos en nuestras calles es definitivamente un primer paso importante.”
Uno de sus próximos objetivos es desarrollar un sistema de trazabilidad de los alimentos mediante códigos QR para facilitar aún más el vínculo entre consumidores y productores. Además, “gracias a este sistema, los consumidores estarán informados sobre el origen de sus productos, garantizando una auténtica sostenibilidad. También podrán ver los márgenes de ventas y, como somos una organización sin ánimo de lucro, el dinero que sobra de nuestras operaciones se reinvierte en la asociación, lo que creemos que es una buena manera de seguir ampliando las iniciativas”.
La comunidad de Eixarcolant nos invita a seguir su moderna visión de la etnobotánica, ya sea en la ciudad o en el campo, en restaurantes o en tiendas de comestibles. Las propiedades nutricionales de las flores, acelgas o borrajas son inmensas, enfatizan una vez más, y “definitivamente vale la pena aprovechar su potencial “. Mientras más gente se una, dicen, más cerca estaremos de la soberanía alimentaria.
AcciónAtlas: Si bien la mayor parte de su contenido está en catalán, envían sus libros y paquetes de semillas a nivel internacional. Si vives en Cataluña puedes unirte al colectivo y si tienes un restaurante o tienda puedes apoyar a Eixarcolant comprando sus verduras y productos ecológicos.
Biografía
Paula Castillo es oceanógrafa, estudiante de máster en desarrollo sostenible y reportera afincada en Barcelona.
Responsable del proyecto
Marc Talavera Roma
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