Aprovechan la fruta y verdura imperfecta descartada del circuito comercial

Espigoladors
Cataluña (El Prat de Llobregat)

Cuando se trata de nuestra fruta o verdura, estamos malacostumbrados a las formas y colores perfectos que encontramos en los supermercados. Una zanahoria deformada o una patata con forma de corazón, al cortarla, ¡sigue siendo una zanahoria y una patata en su interior! 

Es por ello que una iniciativa social de Cataluña está creando mermeladas, cremas y salsas 100% naturales y de alta calidad a partir de los excedentes de productos desechados por ser… “feos”. Además está creando impacto trabajando y distribuyendo los productos a los grupos vulnerables de la población.

Espigoladors (en catalán, espigadores) es la primera iniciativa española que está impulsando este proyecto de impacto y lo hacen mirando al pasado para alimentar el futuro. Esta recolección es una actividad rural que se remonta a la Edad Media, cuando se recogían los desechos de los cultivos después de la cosecha y se distribuían a los necesitados. 

Espigar (verbo)

Actividad tradicional que tenía lugar en los campos; las personas con pocos recursos recogían, una vez terminada la cosecha principal, los excedentes de producción, como espigas de trigo, nueces o aceitunas. 

La vida de los espigadores y recolectores llegó por primera vez a la gran pantalla en el año 2000 con el premiado documental francés “Los espigadores y la espigadora” de Agnès Varda (una de las pioneras del cine dirigido por mujeres y del cine feminista). Justo al otro lado de la frontera en España, hoy en día se tiran casi 8 millones de toneladas de alimentos cada año y un escandaloso 40% de la producción de alimentos se desperdicia en todo el mundo, mayoritariamente por razones estéticas. 

Espigoladors nació en 2014 por la emprendedora social y economista Mireia Barba (en la foto inferior) con los cofundadores Jordi Bruna y Marina Pons. “Cuando era niña, mi abuela me decía que la comida no se tira”, explica Mireia. “Ahora, a los 93 años, ella fue la primera en enseñarme las consecuencias del desperdicio de comida”. 

Mireia recuerda a su abuelo cosechando frutas y verduras para la familia en el huerto de su casa. Ahora, madre de tres hijos, quiso visitar un comedor social después que una de sus hijas hablara sobre el desperdicio de alimentos en clase. Así se plantó la semilla de la iniciativa y no ha parado de crecer desde entonces. “El número de agricultores que están colaborando con nosotros está creciendo día a día y lo mismo sucede con los voluntarios.”

El modelo de Espigados es basa en la idea de crear un impacto triple: recuperar los alimentos descartados, ofrecer alimentos sanos y trabajar con aquellos que más lo necesitan, a la vez que siguen concienciando sobre la situación. Su modelo consiste en ser “transformador, participativo, inclusivo, innovador y sostenible” y se basa en una entusiasta red de más de 600 espigadores voluntarios, algunos de los cuales vienen una vez al año y otros una vez a la semana.

En 2018, el trío catalán puso en marcha un laboratorio de innovación alimentaria en su “cocina central” en el Prat de Llobregat (cerca del aeropuerto de Barcelona), donde colaboran con los voluntarios y los productores locales para recuperar frutas y verduras imperfectas que se consideran inadecuadas para su venta. El 90% se distribuye a los comedores sociales para llegar a las personas que lo necesitan. 

El 10% restante se transforma en nuevos productos. Las #ConservasQueCuidan” se comercializan bajo la marca “es im-perfect” (es imperfecto). En un día pueden producir y envasar alrededor de 1.300 frascos de mermelada. 

El taller de cocina de Espigoladors es un laboratorio de innovación mágico que contrata a personas en riesgo de exclusión social, jóvenes y mujeres mayores de 45 años. El equipo considera que los jóvenes son los impulsores del cambio y quieren promover y crear un movimiento ciudadano global de colectores.

“Cuando llevamos fruta fea a los mercados, los niños preguntan: ‘¿Qué es esto? ¿Un calabacín? ¡Nunca he visto uno como este!’. Hay niños que nunca han ido a un campo, y si ven tomates perfectamente redondos en el supermercado piensan que son todos así!”

Los espigoladores no quieren crear un modelo basado en la caridad, sino un “modelo innovador, verde y circular que siga patrones sostenibles”. A principios de este año (en 2020) el Parlamento catalán aprobó una ley pionera para prevenir el desperdicio de alimentos. “Fuimos invitados a formar parte del comité de expertos, lo que demuestra que nuestro impacto y visibilidad está aumentando”. 

Espigoladors trabaja actualmente con cinco empresas sociales locales, incluyendo L’Olivera, una maravillosa cooperativa de olivos y vinos de Cataluña que apoya a las personas con graves discapacidades psiquiátricas ofreciéndoles trabajo y comunidad. 

Por supuesto, se han enfrentado a algunas dificultades. “Siendo una empresa social, la financiación es siempre un problema”, nos dice Mireia. El plan es ampliar y replicar el modelo en todo el mundo. “En todas las ciudades del mundo encontramos los mismos tres problemas sociales y medioambientales: desperdicio de alimentos, hambre y falta de empleo para las comunidades vulnerables. Para nosotros, colaborar y obtener conocimientos de otros es esencial para crear mejores soluciones”. 

Añade que su principal objetivo es cambiar las tendencias. “Este es un problema global que podemos y debemos resolver y sobre el cual, poco a poco, tenemos acceso a la información y las iniciativas que surgen de los diferentes agentes de la cadena alimentaria”. 

Pero todavía hay un largo camino por recorrer. “Arreglar el problema está en nuestras manos. Busquemos soluciones en cada parte de la cadena, desde el campo hasta el hogar. Todos y cada uno de nosotros somos agentes de cambio y debemos trabajar para encontrar soluciones.”

Mireia reflexiona sobre la crisis actual: “Está afectando especialmente a los grupos más vulnerables de nuestra sociedad, por lo que estamos poniendo nuestras conservas a disposición de las personas que tienen dificultades para acceder a alimentos saludables. Y estamos garantizando todos los puestos de trabajo en nuestro taller, que funciona como un espacio de ocupación.” 

“Siempre decimos que nuestro objetivo es desaparecer; eso significaría que los residuos de comida ya no existen. Para lograrlo, necesitamos la ayuda de todos”.  

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Escrito por

Lisa Goldapple, Editora, Atlas of the Future (06 mayo 2020)

Responsable del proyecto

Mireia Barba, Jordi Bruna & Marina Pons, cofundadores

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