“Intentamos demostrar que es posible salir adelante con proyectos cooperativos que promueven la inclusión social y son económicamente viables”.

En la cooperativa L’Olivera producen aceites de oliva virgen y vinos extraordinarios, premiados por toda Europa. Pero más allá del sabor y las propiedades, detrás del producto hay una historia que merece la pena conocer para entender su valor.

Todo empezó en el año 1974, cuando un grupo de amigos decidió dejar la ciudad e instalarse en Vallbona de les Monges, un pequeño pueblo del Urgell (Lérida), y montar una cooperativa agrícola con un marcado carácter social. Así nacía L’Olivera, un proyecto que, desde sus inicios, ha apoyado personas con discapacidades o trastornos mentales, ofreciéndoles dos cosas que muchos de ellos antes no habían tenido: un trabajo que les permite vivir y una comunidad que los apoya. Además, desde el 2000 se ofrece un servicio de terapia ocupacional a todos los trabajadores.

En L’Olivera entienden que una buena práctica agrícola es aquella que preserva la calidad de la tierra, la riqueza del paisaje y también – por qué no? – el patrimonio cultural y culinario del territorio. Aquí se piensa a largo plazo y se usan técnicas tradicionales respetuosas con el entorno (retroinnovación). El resultado son productos con certificado ecológico, de mucha calidad y, como dice Pau Moragas, miembro L’Olivera, con mucho valor añadido. Él, con solo 22 años ya tenía muy claro que “quería formar parte de una organización con una doble vertiente: inclusión social y economía productiva en un marco cooperativo”. Sin duda, está en su sitio.

Así como nos cuenta Pau, L’Olivera presenta una paradoja muy interesante: “Trabajamos con elementos que la sociedad actual normalmente rechaza: terrenos de secano, campos abandonados, gente frágil… Y, sin embargo, si se ‘reforman’ (para decirlo de alguna manera), podemos hacer productos diferentes, que la sociedad valora. Y con esto estamos demostrando que algunos de estos elementos que normalmente rechazamos, en realidad, tienen un gran valor”.

Todo el mundo puede sumar en L’Olivera, sin importar su experiencia o grado de disabilidad. Con su filosofía de gestión cooperativa, L’Olivera demuestra que las personas pueden estar en el centro del negocio, que hay una alternativa viable a la empresa convencional que prioriza los beneficios a corto plazo. Entonces, ¿Pueden la agricultura social y la gestión cooperativa convertirse en modelo de futuro? Pau está convencido, a pesar de que piensa que primero hay que invertir más en formación en el ámbito cooperativo.

Y si todo esto ya suena fantástico, esperaos a probar sus productos… Los vinos y los aceites de L’Olivera hace años que ganen premios por todo Europa y se pueden encontrar en algunos de los mejores restaurantes de Cataluña. Podéis comprobar vosotros mismos si su fama es bien merecida con una visita guiada a la bodega, los campos de viñas y los molinos de aceite de la cooperativa.

“Cuando la gente disfruta de nuestros vinos y aceites sin conocer la historia que hay detrás, estamos demostrando que podemos hacer producto de calidad de manera sostenible y con conciencia social”, afirma Pau. “Entonces, cuando después les explicamos nuestra filosofía, todavía sienten más conexión con nosotros y se convierten en amigos y clientes durante mucho de tiempo”.

“Ante la situación de emergencia, nos hemos unido más que nunca para exigir un modelo de consumo responsable para las personas y la vida”.

AcciónAtlas: Puedes apoyar este proyecto y otras cooperativas de las regiones de Lérida durante la crisis de la pandemia haciendo una donación aquí. Además, puedes comprar vino y aceite de oliva online con un 15% de descuento aquí.