Brasil (Poá)
La ONG Social Skate fomenta la transformación social a través del monopatín entre niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad.
En los años 80, el monopatín se consideraba un deporte para delincuentes en Brasil, e incluso llegó a estar prohibido en São Paulo por las autoridades municipales. Afortunadamente, las cosas han cambiado y ahora es un deporte de moda e incluso una salida para los jóvenes en riesgo.
En una ciudad con un alto índice de criminalidad y pocas actividades de ocio gratuitas, el ex patinador profesional Sandro Soares ‘Testinha’ y su esposa Leila Vieira dos Santos decidieron ofrecer a los niños y jóvenes la oportunidad de aprender a montar en monopatín, como alternativa a la delincuencia, el vandalismo y las drogas. Juntos fundaron en 2011 Social Skate, una organización sin ánimo de lucro con sede en Poá (en el área metropolitana de São Paulo) que da clases gratuitas de monopatín a unos 150 jóvenes de entre 4 y 17 años, utilizando el deporte como herramienta de inclusión.
Además de enseñar a patinar, Sandro –que trabajó en centros de detención de menores como trabajador social antes de fundar su ONG– aprovecha para enseñar valores como el respeto y la responsabilidad personal, el trabajo en equipo, la cooperación, la disciplina y la confianza en uno mismo. Para ello, cuenta con el apoyo de Leila, que aporta su enfoque educativo como pedagoga.
“Es mucho mejor evitar que los chicos se descarrilen desde el principio que empezar cuando ya están en la cárcel.”
Las clases se realizan en una antigua zona deportiva del barrio Calmon Viana que había sido utilizada como punto de venta de drogas. Para poder desarrollar allí su trabajo, Sandro habló con los narcotraficantes, quienes acordaron ceder el lugar a la ONG. “Les ofrecí clases de patinaje gratuitas para sus hijos. Supongo que eso les convenció”, dice el patinador.
Jóvenes como la brasileña Rayssa Leal, ganadora de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, están impulsando el auge entre mujeres y niñas de un deporte que hasta ahora carecía de referentes femeninos, y son un ejemplo para las jóvenes de cualquier lugar del mundo que quieren disfrutar del deporte al aire libre.
Precisamente, Social Skate organiza todos los miércoles clases de skateboarding exclusivamente destinadas a niñas y chicas, para fomentar esta práctica deportiva entre las menores. Muchas de ellas llegan atraídas por la fama de Rayssa y quieren seguir sus pasos. De hecho, tras ganar el International Visa Award a la deportividad, Rayssa entregó los 50.000€ del premio a Social Skate, para que sigan “transformando la vida de muchas niñas y niños a través del patinaje”.
Su apuesta por la transformación social es clara. Algunos antiguos alumnos se han convertido en monitores de la ONG y otros han llegado a la universidad. Durante los largos meses de pandemia, el equipo de voluntarios repartió alimentos y mascarillas entre las personas de su entorno, y difundieron en sus redes sociales historias de esperanza vinculadas al monopatín. En junio de 2021 reanudaron las sesiones de entrenamiento, a las que añadieron un proyecto de huerto comunitario, donde enseñan a sus alumnos la importancia de cuidar y preservar el medio ambiente.
Según la fundación Abrinq, el 45,4% de los brasileños menores de 14 años viven en situación de pobreza, y el sector público suele descuidar a esta parte de la sociedad. Por eso, según Sandro, las ONG de Brasil tienen que asumir tareas que deberían ser gestionadas por el estado. Con Social Skate, ‘Testinha’ ya ha ayudado a más de 4.000 jóvenes, y su intención es seguir ayudando a niños y niñas a través del monopatín “hasta que sea viejo”.
AcciónAtlas: Puedes entrar en la web de Social Skate para obtener más información y colaborar con un donativo.
Responsable del proyecto
Sandro Soares ‘Testinha’ and Leila Vieira dos Santos
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