Si bien, oficialmente, el panda ya no se considera una especie en peligro de extinción, son menos de dos mil los pandas gigantes que quedan en China, el único lugar donde viven estos osos en blanco y negro. El centro de investigación Chengdu Research Base of Giant Panda Breeding ha logrado criar a docenas de pandas bebés, a pesar de la baja tasa de natalidad. La parte más complicada es conseguir que esos pandas regresen con éxito a su hábitat natural.

Los pandas criados por humanos tienen grandes dificultades para sobrevivir en la vida salvaje. Desde 1983, solo dos de cada diez crías liberadas han sobrevivido, y seis tuvieron que ser enviadas de nuevo al centro debido a una pérdida de peso importante. Muchos de ellos no conseguían adaptarse a su entorno o incluso eran asesinados por pandas salvajes.

En “Panda Valley”, Zhang Hemin (“Papá Panda”) entrena a los pandas para que puedan sobrevivir en su hábitat natural. Casi ciento cincuenta cámaras le permiten monitorizar constantemente sus movimientos. Mientras los cachorros aprenden a escoger el mejor bambú, las madres persiguen a los depredadores y aprenden a escalar. En esta etapa es importante que no haya contacto humano, ni siquiera sus olores. “Por lo general, colocamos un poco de orina de panda y heces en los uniformes para que los trabajadores los usen cuando dejan la comida para los pandas”, dice Zhang.

Esta observación al estilo “Gran Hermano” garantiza que se conozcan todos los aspectos sobre la capacidad de adaptación de cada panda para vivir en libertad. Luego, los pandas bebé se preparan para un entorno más salvaje. El entrenamiento de pandas que nacen en cautiverio para sobrevivir en la naturaleza dura aproximadamente dos años, y depende de Papá Panda decidir cuándo están listos para empezar a vivir una vida salvaje.

Gaby es una productora de documentales de vida salvaje con créditos de emisión en la BBC, National Geographic, Discovery y PBS.