Los vendedores ambulantes de Barcelona han lanzado una marca de “ropa legal hecha por personas ilegales”.

Hace seis años, los vendedores ambulantes de Barcelona constituyeron el primer sindicato de este tipo en la ciudad, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes. Su misión era liberar a los cientos de vendedores atrapados en un sistema injusto que hace extremadamente difícil entrar en el mercado laboral convencional, pero donde es fácil sufrir abusos y estigmatización.

“Somos como el oro negro de esta ciudad, porque todos nos utilizan para ganar más. Los políticos hacen campaña en nuestra contra para ganar más votos, los comerciantes para vender más, los restaurantes para tener más espacio […] Los que tienen dinero pueden ocupar espacios públicos, pero los vendedores callejeros negros no. Eso es simplemente racista.” — Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.

Uno de los principales objetivos del sindicato es la modificación de las normas de inmigración y venta ambulante en España. Aunque la mayoría de los vendedores ambulantes proceden de Senegal, muchos llevan años viviendo en Barcelona. Sin embargo, no pueden cumplir con los estrictos requisitos de residencia, que incluyen pruebas de haber vivido en el país durante al menos tres años (de los cuales al menos uno en la misma dirección), haber aprendido la lengua y un contrato de trabajo de un año. No quedan muchas opciones más que ejercer un trabajo no regulado en la calle, con el riesgo de ser atacado o detenido.

El sindicato de vendedores ambulantes de Barcelona lucha por los derechos de los migrantes.

En 2017, el sindicato lanzó su propia cooperativa de ropa y la marca Top Manta para legitimar su comercio. Después de años vendiendo imitaciones, los vendedores finalmente tenían mercancía y un logotipo propio para vender con orgullo. La cooperativa claramente se opone a las grandes marcas al “beneficiar a cientos de personas, no solo a una” y denuncia el “racismo, persecución y castigo” que sufren los vendedores todos los días.

Como parte de su esfuerzo por despenalizar la venta ambulante, el sindicato dice que busca el reconocimiento de la sociedad más que de las instituciones. No son solo las leyes, sino también las personas las que marginan a los vendedores, y su idea de un futuro justo y digno tiene la inclusión social en su centro.

El nombre de la cooperativa procede de la gran manta que usan los vendedores (también llamados ‘manteros’) para transportar y exhibir sus productos. Su logo se asemeja tanto a la manta como a los barcos en los que muchos manteros cruzan el Mediterráneo.

Camisetas iguales por la igualdad de derechos.

La primera colección estuvo formada por 15 coloridas camisetas antirracistas y acompañada de una campaña de financiación colectiva. Varias organizaciones locales colaboraron e invitaron a Top Manta a vender en eventos y ferias de barrio, un esfuerzo colectivo que les permitió inaugurar su primera tienda física en el Raval. Al abrir las puertas de la tienda, se abrió la oportunidad de que los manteros consiguieran sus papeles a través de un contrato de trabajo regulado.

En la actualidad, Top Manta sigue produciendo prendas que “nacen en Senegal y se diseñan en Barcelona sin explotar a nadie”, y se fabrican en condiciones de trabajo justas.

Top Manta ha ayudado a 120 vendedores a salir de la calle y obtener su permiso de residencia en España, y ha encontrado trabajo para 25 de sus miembros. Recientemente, lanzaron una nueva línea de zapatillas llamada Ande Dem, que en el idioma wolof de Senegal significa “caminar juntos”.

Los zapatos fueron diseñados por un equipo de manteros en colaboración con un arquitecto y un diseñador gráfico, y el lema de la línea (“No se trata solo de hacerlo, se trata de hacerlo bien”) es una clara referencia al papel que juegan las grandes corporaciones en una industria de la moda rota y a la hipocresía de aquellos que piensan que ‘Just Do It’ (‘Simplemente házlo’, lema de Nike) es suficiente para tener éxito en un sistema injusto que está manipulado en su contra.

Los manteros han creado lazos estrechos con la ciudad. Durante la pandemia, Top Manta se mantuvo fiel a su intención de “derribar las fronteras interiores de Barcelona” poniendo a trabajar a su equipo en veinte máquinas de coser para fabricar máscaras y batas de EPI para los hospitales locales. La cooperativa también creó un banco de alimentos para ayudar a los desempleados.

Barcelona pareció responder a su atención: este año, se le pidió a Top Manta que creara las bolsas promocionales de tela de La Mercè, la fiesta de la patrona de la ciudad. Tras años de marginación, la barrera de la exclusión empieza a desaparecer.

Los cosedores de Top Manta se están poniendo de moda.

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