Uno de los proyectos brasileños más emocionantes heredados de los Juegos Olímpicos de Río 2016 es el Museu do Amanhã, o Museo del Mañana.

Más de 4 millones de visitantes han pasado por el Museu do Amanhã desde que abrió sus puertas en diciembre de 2015. Concebido por el ‘think tank’ educativo de la Fundação Roberto Marinho, el museo abrió en la zona portuaria de Praça Maua, en el corazón de Río, gracias a un consorcio de organizaciones públicas y privadas y a una inversión de 100 millones de dólares.

La Fundação Roberto Marinho se centra en la preservación del patrimonio cultural y ambiental de Brasil y crea nuevos museos como uno de los vehículos para su trabajo. Uno de los responsables del museo, Alexandre Fernandes, recuerda esas primeras discusiones: “La fundación ya tenía experiencia en la creación de museos a partir de cosas intangibles, como el Museo de la Lengua Portuguesa y el Museo del Fútbol. La idea inicial era crear un legado para la ciudad de Río –y reflejar que Brasil ha estado liderando debates sobre el clima y la sostenibilidad durante décadas– a través de un museo para el planeta”. Y así nació el Museu do Amanhã, diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava.

Sus exposiciones exploran las oportunidades y desafíos de la emergencia climática y su impacto en la sociedad humana y en los límites del planeta en los próximos años. El espacio principal de exposición, comisariado por el físico y cosmólogo Luiz Alberto Oliveira, se estructura en cinco áreas: Cosmos, Tierra, Antropoceno, Mañana y Nosotros.

A partir de 2021, los contenidos están a cargo de un comité de tres miembros, cada uno dedicado a un área clave: medio ambiente, regeneración y sostenibilidad; justicia social y convivencia; e innovación. “Los tres trabajaremos en el arco narrativo del programa del museo y decidiremos cuáles serán los grandes temas de cada año”, explica Alexandre Fernandes. “Cada uno de nosotros ayudará a comisariar las exposiciones más pequeñas; por ejemplo, yo estaría más involucrado en una exposición sobre accesibilidad digital, pero mi colega administraría una exposición sobre conocimientos y derechos indígenas.”

Trabajar con escuelas y estudiantes es una parte importante de la misión del museo. Es uno de los museos más visitados de América del Sur y su programa escolar es muy sólido. “Estamos lanzando un programa virtual en línea para las escuelas que llegará a unos 300.000 estudiantes; es como un curso de sostenibilidad para las escuelas a través del museo”, añade.

El museo también está activo a nivel internacional y es el eje de una red de museos del futuro conectados a nivel mundial, a través del MOTI – Museum of Tomorrow International, con sede en Ámsterdam, que trabaja para desarrollar proyectos culturales internacionales alineados con los valores del museo. “Es importante destacar que no tratan de la herencia o del pasado, tratan del futuro”, dice Fernandes. “Para estos museos, considerar lo que es importante preservar es un tema completamente nuevo.”

El museo y el MOTI están comprometidos con el ámbito de la alfabetización del futuro: “Está muy cerca de nuestros corazones. La alfabetización del futuro ha sido declarada por la UNESCO como una de las competencias centrales del siglo XXI, y la estamos promoviendo dentro de esa comunidad. Se trata de ser conscientes de nuestras suposiciones, especialmente cuando proyectamos imágenes del futuro. Realmente quiero trabajar para crear asombro, curiosidad y entusiasmo por el futuro”.

El museo está mejorando su presencia digital y mostrando sus exposiciones en línea, llevando al museo fuera de su espacio físico. Fernandes señala que, “en el contexto de Brasil, todavía tenemos mucho trabajo por hacer en el aspecto digital y en ofrecer más acceso digital a las personas”. Y al igual que otros museos que conectan a las audiencias con la crisis climática en todo el mundo, la esperanza no es solo educar, sino también inspirar la acción: “Conectar la conciencia con la acción”, concluye, “ese es el gran desafío, siempre.”

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