Parece que nuestra curiosidad no conoce límites: el horizonte lleno de futuras posibilidades nos deslumbra. Aunque muchos de nosotros intentamos mirar hacia otro lado. Disfrutamos de los bienes de consumo que los avances tecnológicos nos proporcionan (nuestros teléfonos inteligentes, nuestros portátiles…), pero en cuanto se trata de lo que realmente concierne al futuro, cuando se trata de hacer del mundo un lugar mejor, somos, con demasiada frecuencia, más espectadores que participantes. En 1870, hacia el final de la mayor revolución de la sociedad humana, la Revolución industrial, el artista y pensador inglés William Morris observó el cambio que se estaba produciendo a su alrededor. Vio un mundo en el que la innovación había liberado a la humanidad del trabajo tedioso y le permitía ser libre por primera vez para poder disfrutar en la búsqueda de la expresión cultural y la creatividad. Pero esto todavía no ha ocurrido. Morris afirmó: “No quiero arte para unos pocos, del mismo modo que no quiero educación para unos pocos o libertad para unos pocos”.
Creemos que esto sigue siendo vigente hoy respecto al futuro.
No formamos un gran grupo, solo somos ciudadanos inquietos que creemos que todo el mundo debería implicarse en la construcción del futuro que vendrá. Nuestro grito de guerra es “Democratizar el futuro”, lo cual solo significa que deseamos que el futuro esté abierto a todo el mundo del mismo modo que Morris deseaba que el arte también lo estuviera. “¿Al fin y al cabo, qué relación tenemos con el arte…?”, se preguntaba Morris, “¿… si no podemos compartirlo juntos?”.
Una década después de lanzar esta pregunta, la North America’s National Geographic Society se embarcó en la misión de aumentar y difundir el conocimiento geográfico. Ahora es una de las mayores organizaciones sin ánimo de lucro de carácter científico y educacional del mundo. National Geographic ha financiado más de 11 000 investigaciones y proyectos para la conservación y la exploración, además de numerosos programas educacionales.
Nosotros nos sentimos igual respecto al futuro, del mismo modo que aquellos pioneros educacionales hicieron en el terreno de la geografía. Queremos que todo el mundo participe en el viaje de la invención y el descubrimiento que tenemos por delante.
Es cierto que nos enfrentamos a problemas desalentadores y que nuestra obsesión con la inmediatez, el pensamiento a corto plazo, ha ocasionado una crisis económica mundial y ha creado desastres medioambientales. Pero creemos en el futuro precisamente porque somos optimistas. “El optimismo es una estrategia para construir un futuro mejor”, sostiene el intelectual y activista norteamericano Noam Chomsky. “Porque a menos que creas que el futuro puede ser mejor, será poco probable que te levantes y asumas la responsabilidad de lograrlo”.
Si estás de acuerdo, ayúdanos a conseguirlo reuniendo en un mismo espacio los proyectos más ambiciosos e inspiradores para el futuro. Puede tratarse de tu propio proyecto o del de otro. Puede ser una innovación tecnológica, una mejora medioambiental, un gran avance médico o un programa social ambicioso. No importa. Si se trata de una innovación para el bien común, por favor, compártela con Atlas of the Future.
En 1870, un atlas era un libro. Nuestra intención es que Atlas of the Future sea un faro. O, como seguramente diría William Morris: “Al fin y al cabo, ¿cuál es nuestra relación con el futuro si no lo podemos compartir?”.