Reino Unido (Nottingham)
¿Y si la compraventa de ropa fuera ilegal? ¿Qué tal un mundo en el que los tintes sintéticos estuvieran prohibidos? ¿Y si hacer la colada fuera como bajar al bar?
Estos mundos imaginarios son los que Amy Twigger-Holroyd, profesora asociada de Moda y Sostenibilidad en la Escuela de Arte y Diseño de la Universidad de Nottingham Trent, llama Fashion Fictions. Son la base de un proyecto de investigación que invita a la gente a imaginar cómo podría (y probablemente debería) ser el mundo de la moda.
La forma en que compramos y llevamos la ropa está tan bien establecida, y la industria de la moda es tan poderosa, que es fácil que nuestros cerebros se topen con un obstáculo cuando pensemos en maneras de cambiar eso de manera significativa. Como dice Amy: “El bagaje y las suposiciones de donde estamos ahora no dan para ir muy lejos”.
Para fomentar ideas que pudieran crear algo más que un cambio gradual, decidió crear un espacio en el que todo fuera posible. “Hacía falta una forma de pensar que preguntara: ‘si vamos a hacer las cosas de forma totalmente diferente, ¿qué podríamos hacer? Y no nos preocupemos por cómo llegar a ello, al menos por ahora.”
Así que Amy reunió a un grupo de colegas para preguntar precisamente eso. Adoptando una visión que podría considerarse una especie de efecto mariposa al revés, imaginaron lo que podría ser un mundo moderno diferente para la ropa, y luego rastrearon sus raíces a través del tiempo hasta una coyuntura histórica imaginada en la que el mundo imaginado “se separó” del real.
Desde 2020, Amy ha organizado talleres físicos y en línea con estudiantes, académicos, expertos de la industria de la moda y personas de la calle. La web de Fashion Fictions muestra ahora más de 150 mundos imaginados por personas de todo el mundo.
En este multiverso de la moda hay un mundo en el que el fin de Internet lleva a las marcas de moda a vender ropa a través del teletexto; otro en el que Caroline Lucas se convierte en primera ministra e inspira a toda una generación a lanzar un Mardi Gras con temática de setas; y otro en el que la abundancia de ovejas urbanas se convierte en una fuente de lana para crear nuevos estilos de moda hiperlocal.
“Son los más divertidos los que realmente atraen la imaginación”, añade Amy. “Cuando los escribo, apuesto por lo que me hace reír. Animo a la gente a que haga lo mismo: es una buena señal de que vas en una dirección inesperada.”
Y aunque todo es posible en estas nuevas fronteras de la moda, los mundos deben ajustarse a algunos criterios importantes: deben ser posibles, más que futuros especulativos; ser positivos, no distópicos; explorar la cultura más que la tecnología; fijarse en el uso, no en la producción; y, sobre todo, ir más allá de lo que parece posible hoy.
Imaginar mundos es sólo el primer paso; el segundo es crearlos. Algunos participantes de los talleres han convertido sus mundos en una realidad al embarcarse en la segunda fase: crear prototipos de objetos visuales y materiales que den vida a su mundo. Por ejemplo, para el Mundo 111, en el que la ropa es utilitaria y el estilo personal se comunica, en cambio, a través de diversas formas de arte corporal, los estudiantes de la LASALLE College of the Arts crearon ropa funcional y transparente. Y para el Mundo 7, en el que el plan de ropa utilitaria de la Segunda Guerra Mundial continuó, se amplió y se convirtió en una fuente de orgullo, los estudiantes de la Universidad de Nottingham Trent crearon un prototipo de “Civil: revista de estilo y sostenibilidad”.
Los participantes han descrito no sólo la sensación de que sus mentes se han abierto a lo que puede significar la sostenibilidad, sino también, sobre todo en el caso de los estudiantes, que les ha ayudado a aliviar algunas de sus preocupaciones sobre el medio ambiente. “Los estudiantes empiezan a estudiar moda y tejidos”, explica Amy, “y rápidamente se dan cuenta de que es una de las industrias más terribles para el planeta. Si están concienciados con la ecología –como ocurre cada vez más–, se encuentran en una situación realmente difícil, tanto emocional como profesionalmente. Pero han descrito este proceso imaginativo como una forma de salir adelante y aliviar su ansiedad ecológica.”
Para hacer realidad sus mundos, algunos participantes han pasado a la tercera fase: vivir como si su mundo fuera real. Amy los llama proyectos de “vestimenta cotidiana”. Un grupo introdujo en su vida cotidiana un mundo en el que están prohibidos los tintes sintéticos, vistiendo todos los jueves durante seis semanas únicamente ropa sin teñir o teñida de forma natural.
Amy se centra ahora en organizar talleres que lleven los mundos a las fases 2 y 3, para que más personas puedan crear, vivir y respirar estos universos de moda paralelos. Algunos proyectos de “vestimenta cotidiana” se abrirán para que cualquiera pueda participar, y se conocerán como proyectos de “vestuario abierto”.
El objetivo final es, por supuesto, que los mundos imaginados se abran paso en el nuestro. “Me encantaría que algunos de los mundos inventados y las prácticas que hemos ideado cobraran impulso y se convirtieran en algo real, en algo a lo que la gente quisiera unirse. Ese es el sueño: que algunas de estas prácticas y culturas subversivas de la moda consigan arraigar.
Y, por supuesto, el propio acto de imaginar puede suscitar nuevas formas de pensar que existen más allá de los talleres, más allá incluso de la industria de la moda. “No se trata realmente de lo que se imagina”, dice Amy, “sino del proceso de imaginar. Esa apertura, esa sensación de posibilidad. Hace que la gente tome conciencia y se cuestione las cosas. Eso es lo que puede llevar a la gente a comportarse de forma diferente, porque les da la motivación y el deseo.”
Así es como las ficciones imaginadas pueden contribuir más poderosamente a que el movimiento de la moda post-crecimiento se oriente hacia el uso de ropa que reconozca plenamente la capacidad de la Tierra para mantener la vida. Soñar es el primer paso para hacer.
AcciónAtlas: Ponte el sombrero de la imaginación, crea y presenta un mundo, o infórmate sobre cómo unirte a un taller de Fashion Fictions.
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Imagen de cabecera: Una representación de la vida en el Mundo 1, donde la compra y la venta de ropa son ilegales. Prototipo de Kerry Gibson, Barbara Brownie y Allison Leach, basado en una ficción de Amy Twigger Holroyd. Fotografía: Amy Twigger Holroyd.
Biografía
Obsesionada con la naturaleza, el entorno urbano y las palabras. Estratega y escritora ‘freelance’ para organizaciones que se preocupan por el futuro. A menudo se la observa leyendo mientras camina.
Responsable del proyecto
Amy Twigger-Holroyd, profesora asociada de Moda y Sostenibilidad en la Escuela de Arte y Diseño de la Universidad de Nottingham Trent
Colaboradores
Este proyecto ha sido seleccionado como parte de FashionFutures, un nuevo canal de contenidos que localiza en el mapa el trabajo de las personas que transforman el sector de la moda: los diseñadores, artesanos, innovadores sociales, educadores, líderes comunitarios y comunicadores. Atlas of the Future se complace en asociarse con Makerversity, con el apoyo de The J J Charitable Trust y su red de amigos de la moda.
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