Imagina que haciendo clic en un botón pudieras hacer crecer y crear lo que quisieras. Eso es Fab City: un colectivo creativo de pioneros y fabricantes que simplemente quiere que la tecnología digital haga al mundo más autosuficiente. Y lo están consiguiendo en más de una ciudad. De hecho, ya hay veintiocho ciudades que están a bordo de este barco…

Mira ► “¿Estás listo para apretar el botón?”

Hoy en día, la rápida urbanización presenta un gran desafío, además de una gran oportunidad para cambiar el sistema. Fab City está a la altura de esos retos y dispuesta a construir, colectivamente, un nuevo mundo más sostenible y habitable gracias a la apertura de las microfábricas urbanas públicas, llamadas Fab Labs, en el corazón de ciudades, pueblos y aldeas.

Herramientas para el futuro

¿La idea? Proporcionar a los ciudadanos todos los recursos que necesitan para que puedan producir todo lo que consumen, sin estropear los ecosistemas del planeta.

Feel the joy

Un laboratorio de fabricación local, cuyo objetivo es democratizar el acceso a la invención personal y colaborativa, utilizando tecnologías digitales para hacer casi cualquier cosa.

El primer laboratorio fue creado por el físico y profesor Neil Gershenfeld y el líder de derechos civiles Mel King, en Boston, en 2003, dentro de un programa de divulgación en el Centre for Bits and Atoms del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Desde entonces, se ha convertido en una red global de 1320 laboratorios dentro del nuevo modelo urbano: la Fab City. El profesor del MIT que impulsó la revolución de la fabricación digital eligió el año 2054 como fin de la cuenta atrás hacia la producción local.

“En el 2054, el 70% de nosotros viviremos en ciudades. La cuenta atrás ya ha empezado. Tenemos 40 años para cambiar radicalmente nuestros sistemas de producción y detener el desperdicio global”. Neil Gershenfeld

Fab City Global ha estado ganando impulso desde 2014, cuando el entonces alcalde de Barcelona desafió a las ciudades de todo el mundo a iniciar un plan de 40 años. Este año, otras diez ciudades se han unido a la iniciativa global, comprometiéndose a ser más sostenibles, accesibles, productivas a nivel local y conectadas globalmente. La lista completa de veintiocho “ciudades” abarca desde Detroit y Shenzhen hasta el Reino de Bután, el único país del mundo que tiene un índice de felicidad para sus ciudadanos.

Si eres un país, una región o una ciudad pequeña, también eres bienvenido

Como miembro fundador e instigador de Fab City, Tomás Diez, nacido en Venezuela y afincado en Barcelona, siente pasión por cambiar la forma en que las ciudades consumen y producen recursos, como la energía, los alimentos, el agua, la información y los productos: “Hoy en día miles de personas están haciendo la transición de una economía ‘extractiva’ a una ‘generativa’. Hay más producción dentro de la ciudad, y en ella también se encuentra el reciclaje de materiales y la satisfacción de las necesidades locales”. Los laboratorios tienen un impacto dramático en la cultura actual de usar y tirar.

Si nunca has estado en uno, necesitas saber que los espacios de fabricación digital no son solo sitios llenos de impresoras 3D a los que van quienes quieren ser artistas y artesanos. Los Fab Labs promueven la idea de la fabricación distribuida: los diseños pueden enviarse al otro lado del planeta, y, utilizando maquinaria diversa (de un estilo entre Ferris Bueller y Willy Wonka, cortadoras con láser u otras herramientas simples), los usuarios pueden crear casi cualquier objeto, grande o pequeño. Piensa en viviendas, sistemas aquapónicos para cultivar alimentos, redes inalámbricas de datos y plásticos sin plástico.

Fab es el nuevo negro

El objetivo es educar a la sociedad sobre cómo hacer las cosas que realmente necesitamos con inventiva local.

“La tecnología y los datos deben servir a la gente. Debería devolverles el control económico y democrático”. Francesca Bria, directora de Tecnología e Innovación Digital de Barcelona

Las aplicaciones de hoy son infinitas. En Ghana, se han utilizado laboratorios para producir un molinillo de yuca y antenas de radio. En Noruega, los pastores están creando collares de radio y redes inalámbricas para rastrear a sus animales. Los agricultores en la India han creado instrumentos que verifican la calidad de la leche, y en Kenia, los estudiantes de ingeniería están utilizando los Fab Labs para ayudar a los médicos a encontrar las venas de los bebés, con el buscador apropiadamente llamado ‘vein finder‘. Eso es realmente brillante.

Alois Mbutura y su buscador de venas (imagen: Voice of America)

Para demostrar que un buen vecindario es aquel que hace cosas, cada año, la cumbre de Fab City reúne a más de 1000 personas, líderes cívicos, creadores, urbanistas, gobiernos, industrias y ecosistemas de innovación de todo el mundo con un elemento en común: querer crear un futuro urbano DIY que sea lo más accesible, inclusivo y de código abierto posible. ¿Qué hay en el corazón de todo esto? La economía circular.

economía circular

Un sistema regenerativo alternativo que prioriza la longevidad de los productos, compartiendo o reciclando, en contraste con el modelo de producción de “adquirir, usar y tirar” de la economía lineal.

La cumbre de 2018 incluyó el lanzamiento del libro de Fab City The mass distribution of almost everything (La distribución masiva de casi todo). En colaboración con la Unión Europea, las Naciones Unidas y el Ayuntamiento de Barcelona, y editada por Tomás Díez, la colección de experiencias Fab presenta una llamada a la acción para que las personas y las comunidades convenzan a sus gobiernos de que formen parte de la red y comiencen a hacer algo para generar el cambio. Considéralo como un hito, un manifiesto, un mapa, una guía y un manual para hacer posible la participación en los futuros urbanos. Léelo en línea.

Fab City Summit, París: mentes (y bocas) abiertas

Tomás cree que la creatividad puede fomentar la inventiva en cualquier parte del mundo y resolver los problemas más importantes de nuestro tiempo. “El diseño es la herramienta más poderosa que tenemos para estimular la imaginación de la gente, incluida la de los líderes políticos y económicos, y visualizar nuevas formas de utilizar los recursos que tenemos en el planeta Tierra”.

En tiempos de agitación política, los centros urbanos del mundo deben enviar el mensaje de que juntos podemos mejorar vidas. Cuando los líderes de las ciudades se unen para implantar acciones valientes y mostrar a otros el camino, es maravilloso. Como Barcelona y París comparten visiones similares acerca de la innovación urbana, sus alcaldesas, Ada Colau, de Barcelona, y Anne Hidalgo, de París, han ideado un plan: crear un futuro facilitado por la tecnología y liderado por mujeres.

“Las ciudades son espacios donde podemos crear colectivamente. Son un espacio natural para la innovación, una oportunidad para repensar la relación entre la democracia y la tecnología”. Ada Colau, alcaldesa de Barcelona

Barcelona fue la primera Fab City

No hay mejor momento que este para prestar atención al manifiesto de Fab City, con sus diez principios para facilitar la transición urbana hacia ciudades localmente productivas y conectadas globalmente. Para asegurar el futuro de nuestro planeta necesitamos aumentar nuestro impacto rápidamente.

En la cumbre de 2018, diez nuevas ciudades prometieron unirse a la red y se llegó así a las veintiocho. Desde Kamakura, la ciudad costera japonesa al sur de Tokio, hasta la Ciudad de México, una de las ciudades más pobladas del mundo, pasando por Seúl, con el patrimonio arquitectónico de su zona urbana, cada ciudad tiene sus razones para inscribirse.

La Ciudad de México quiere aplicar los principios de la economía circular: “En un mundo en el que la participación ciudadana es más proactiva, debemos promover y aprovechar estratégicamente los recursos. Actúa, usa las herramientas, hazlo tú mismo y comparte tu experiencia”.

La creatividad de Oakland convierte a la ciudad en la placa de Petri perfecta para incubar nuevas ideas inesperadas: “Tenemos unos problemas enormes en este momento. Aquí veo una oportunidad inmediata para los empresarios, que incluye a los que tradicionalmente han sido excluidos, como las mujeres, las personas de color y las personas de bajos ingresos”.

En el estado de São Paulo, Sorocaba ha estado realizando enormes proyectos de urbanización: “Tenemos grandes empresas que trabajan en el reciclaje, y queremos conectarlas con los ciudadanos y potenciar su impacto”.

La revolución será autoorganizada

Fab City conecta con la gente que realmente hace cosas, no con la que solo habla de ello. Así como no hay un solo fundador de Fab City, no hay tampoco una sola comunidad. Se trata de la esencia de la ciudad. “Esto no se basa en el heroísmo individual, sino en una colaboración global”. Echa un vistazo a la barra lateral para leer sobre algunos de los proyectos que cuentan de qué se trata.

“En un mundo en constante cambio, la innovación no es una opción, es una necesidad”. Tomás Díez

Por ejemplo, con Materiom, Liz Corbin y Alysia Garmulewicz han creado un libro colaborativo de recetas de material de código abierto, con materiales locales que se pueden hacer en una cocina y disolver en un fregadero. Suena muy Breaking Bad, ¿no? Estas expertas en diseño circular han sido comparadas con la física y química Marie Curie, que preparaba pociones en su cocina.

“Vemos el crecimiento exponencial de los centros de producción a escala comunitaria como Fab Labs, makerspaces y hackerspaces, que crean la oportunidad de construir más cadenas de suministro locales y regionales que obtengan materiales abundantes y naturales”. Liz Corbin, Materiom

Breaking good: los ingredientes de la naturaleza del futuro

Si eres un jugador creativo, creador, diseñador, artista, arquitecto, científico o “fanático” confeso, sabrás que los diseños de Fab City viajan a nivel mundial como “bits” y se fabrican localmente en “átomos”.

“La filosofía central de la Fab City es que los átomos pesados deben permanecer estáticos y solo moverse localmente, porque se requiere mucha energía y otros recursos para moverlos. Pero los bits pueden transitar globalmente. Para mí ese es un salto en el diseño industrial”. Kate Raworth

distributeddesign.eu es la nueva plataforma del colectivo, que se utiliza para compartir información diversa sobre el mercado emergente de la última realidad digital. Conecta a los fabricantes con los mercados y proporciona un espacio discursivo para el desarrollo de nuevas oportunidades de mercado.

Puesto que el total global de Fab Labs en el mundo se duplica cada año, Neil Gershenfeld compara el fenómeno con la Ley de Moore, que en 1965 predijo que el poder de los ordenadores se duplicaría cada dos años durante 50 años. A este ritmo, los laboratorios podrían ser tan omnipresentes como los smartphones: “Ya no se irá a un Laboratorio Fab para usar sus máquinas, sino para construir otros Fab Labs”.

Meta.

Avui, la ciutat és tant el centre del poder com el centre de l’esperança

 

Entra en las bambalinas de la Fab City Summit 2018 ► Más de 14 cosas fabulosas sobre el nuevo manifiesto urbano.

Colaboradores de Fab City ► Como parte de CultureFutures, pedimos a Tomás Diez que nos cediera sus proyectos AtlasChart Top 9.

Más FutureLeagues ► Lee más entrevistas a colectivos creativos.