No puedes respetar algo sin amarlo, y no puedes amar algo que no conoces

Jon Kareaga es un joven activista medioambiental y cofundador de la marca de moda sostenible BASK. Desde el País Vasco ha viajado mucho, documentando sus viajes y lecciones para inspirar a otros. Con un gran número de seguidores en Instagram, sus imágenes y palabras han ayudado a otra gente a ser más conscientes del impacto de lo que visten. A través de imágenes y vídeos quiere concienciar sobre el sistema destructivo en el que vivimos y empezar a hacer cambios en los hábitos cotidianos para respetar todo lo que nos rodea: las personas, los animales y el planeta.

Conoce al FutureFixer: Jon nos habla sobre su trayectoria, la importancia de repensar la industria de la moda y cómo el activismo es su terapia.

Durante toda mi vida, siempre he estado conectado con la naturaleza, rodeado de verde, de azul, entre rocas, olas y bosques de la zona donde vivo en la costa vasca. Esa conexión me ha hecho ser consciente de lo importante que es la naturaleza para mí y, poco a poco, he ido viendo cómo la estamos destruyendo.

En 2019 tuve la oportunidad de viajar a los lugares más remotos de Asia para grabar un documental que destapara la realidad detrás de lo que vestimos, adentrándome en la parte oscura de algunos de los lugares más afectados por la industria de la moda, como Bangladesh. Lo que vi en este viaje no se puede explicar con palabras. Lloré de tristeza, rabia e impotencia de ver una realidad y no poder hacer nada para cambiarla. Pero también lloré de emoción al ver que, entre toda esta oscuridad, hay movimientos e iniciativas que luchan contra este paradigma.

Vi la pasión y el deseo de cambiar esta industria, conocí personas que transformarán lo que hoy conocemos como industria de la moda. Eso es lo que, junto a Maddi y Mikel, me hizo dar el paso para crear una marca de moda sostenible que respetase a las personas y al planeta y que transformara la industria de la moda. Después de ese punto de inflexión no solo creé BASK, sino también me uní a movimientos activistas como Fridays For Future y Extinction Rebellion y di el paso que me faltaba hacia el veganismo.

Desde esa conexión hacia todo lo que me ha rodeado desde pequeño, nacen las ganas de cambiar las cosas, nace la conciencia de querer hacer algo por aquella fuerza que tanto me ha aportado y tan poco ha recibido a cambio. Ahora veo claramente que no puedes respetar algo sin amarlo, y no puedes amar algo que no conoces.

La moda sostenible entiende la moda como un espacio de creatividad, expresión y respeto. En BASK creemos que es importante entender dónde nos encontramos y mirar el contexto, ya que lo que nos rodea también pone límites a lo que queremos ser. Por eso, entendemos que en un mundo donde la rentabilidad económica predomina ante cualquier otra variable, no podemos crear soluciones absolutas. Entendemos nuestra actividad como un espacio seguro dentro de este sistema tan precario, donde la vida y las personas están en el centro de cualquier decisión.

BASK nació como una marca que cree en la moda como herramienta de transformación social. Vamos mucho más allá de simples prendas. Nuestra ropa y las personas que las fabrican son tratadas con respeto y a su vez, respetan el entorno que las rodea. Nos comprometemos a utilizar prácticas que regeneren todo lo que ha destruido la industria de la moda, con una transparencia y trazabilidad radical y una manera inclusiva y responsable de hacer nuestra comunicación, minimizando nuestro impacto sobre el medio ambiente mientras respetamos y aportamos un impacto positivo en las comunidades donde trabajamos.

A menudo caemos en la contradicción de seguir produciendo productos y hacer moda en un sistema donde no necesitamos más ropa. Así, BASK nació con el objetivo de transformar la industria de la moda, inspirar a otras marcas (incluso las sostenibles) sobre cómo creemos que tenemos que hacer las cosas –no solo haciendo activismo, sino también liderando mediante el ejemplo. Tenemos que seguir cambiando la industria de la moda desde dentro.

Nuestras reflexiones y vivencias tienen una capacidad increíble de conectar con las personas. La narración de las historias y el storytelling también es una de las formas efectivas de comunicar términos y problemas complejos y multidimensionales.

Las historias pueden incitar al pensamiento y la reflexión, y pueden ser efectivas para influir en las personas. El comportamiento humano es complejo y eso provoca dificultades a la hora de tener un impacto. Mi activismo también pretende ser una herramienta para contar historias efectivas que muestran todo el complejo panorama del concepto de justicia climática, con el objetivo de popularizar ese término e incentivar y despertar la acción entre la ciudadanía.

Los desafíos que plantea la crisis climática evidencian una clara desigualdad, por lo que el concepto de justicia climática es importante, ya que define esta lucha como una lucha social e interseccional. La opresión recae más entre personas que pertenecen a determinados colectivos y sobre los animales, que actualmente son vistos como máquinas de producción, entretenimiento y recursos. Personalmente, cuando salgo a la calle, cuando comunico, cuando tomo cualquier decisión por el bien del planeta, cuando hago activismo en general, no lo hago solo por el planeta, sino también por la opresión que existe entre los pueblos, porque las consecuencias de la crisis climática agravarán su situación.

En el plano personal, he sentido muchos momentos de felicidad y orgullo por mi trabajo, pero lo que realmente me emociona es cuando estás en una manifestación gritando a favor de la justicia climática, cuando te paras un momento y ves a todas esas personas como tú dedicando su tiempo y energía (lo más preciado que tenemos) para luchar por los derechos del planeta, las personas y los animales.

Siempre digo que el activismo es terapia, una manera de calmar tu rabia e impotencia, una manera de expresar tus sentimientos y sentirte libre, porque los espacios más seguros que me he encontrado a lo largo de la vida han sido estando rodeado de gente activista.

A su vez, el activismo requiere mucho tiempo y energía, energía y tiempo que necesitamos para solucionar nuestros problemas del día a día. A menudo, cuando estamos ocupados arreglando el mundo, nos olvidamos de nosotros mismos; nos olvidamos de cuidarnos, de dedicar tiempo a desconectar, ir al psicólogo, salir con amigos y amigas, estar en familia, irte de escapada.

Un día, hablando de salud mental en redes sociales, reconociendo públicamente haberlo pasado mal, sufrir ecoansiedad y estar mal conmigo mismo, un seguidor me escribió: “Nunca se puede servir de una taza vacía”. Desde entonces, intento que antes de servir al resto mi taza se encuentre llena.

La única manera de cambiar las cosas es ejerciendo presión y saliendo a las calles. Necesitamos movilizar al 3,5% de la población para cambiar las cosas y conseguir que más del 50% de la población nos apoye de manera pasiva, solo así conseguiremos un cambio real. Necesitamos concienciar y pintar el activismo como algo sexy y guay sin quitarle la importancia que tiene y sin dejar de ser interseccional, hacer ver que no solo es una manera de asegurar nuestro futuro, sino también un espacio donde sentirnos entendidos y calmar nuestra ansiedad que nace desde nuestra rabia e impotencia. Necesitamos hacer ver que es la mejor herramienta para cambiar las cosas.

Mi ‘futuro poder’ sería… Viajar al futuro para traerlo al presente. Traer imágenes del futuro tal vez nos facilitaría algo de trabajo a los activistas, ya que parece que los estudios científicos no nos valen. Siendo algo más básico, me encantaría respirar debajo del agua y conocer todo lo que la superficie esconde; siento una gran admiración por el mar.

 

AtlasAction ► Echa un vistazo a la marca de ropa BASK, y por supuesto sigue las aventuras de Jon en Instagram, Twitter o YouTube.

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